domingo, 26 de febrero de 2012

Mas de La unica Reyna


Su rostro no resultó familiar la noche del viernes 28 de septiembre cuando apareció ante las cámaras con su cabellera negra, larga y un tanto desaliñada, con sus ojos grandes y expresivos.
A sus 46 años resultaba atractiva, aún a través del lente de la cámara que la interrogaba, pero no se asemejaba a la joven morena, delgada, de cabello rizado y abundante, de grandes ojos notablemente delineados y medallita de oro al cuello, con jeans blancos ceñidos al cuerpo, que el 31 de julio de 2003 colocara la PGR entre su galería de “Los Más Buscados”.



Tampoco había un brazo protector sobre su cuello que la cobijara como antaño, como cuando fue descubierta al lado del finado Magdaleno Coronel, en esa imagen que retrataba una fiesta familiar en los 90.
Ese viernes que interrumpieron su “shopping” por San Jerónimo había mucho barullo alrededor suyo, pero no había corridos, ni brindis, ni motivos para festejar como ese día cuando departía con Madgaleno, su madre “Doña Chata” y el “El Mayo” Zambada. Sin embargo, mientras posaba para la foto oficial de captura y marcaba su estatura sobre el 1.70, ella sonreía y sus ojos de almendra también. El lugar de la medallita de oro lo ocupaba un amuleto.
Antes de ser “La Reina del Pacífico”, antes de amar al colombiano Juan Diego Espinoza, “El Tigre”, esos ojos grandes con comisuras de almendra y su origen bajacaliforniano le ganaron el mote de “La Venada”; así era para la familia, así era para “los grandes”, como ella llama a los capos con los que se codeó desde su infancia.
Hasta que “La Venada”, de Tijuana y “El Tigre”, de Bogotá unieron sus destinos, surgió el alias de “La Reina del Pacífico”. Él se convirtió en uno de los nuevos ricos en Guadalajara, ella se transformó a su lado en una audaz operadora financiera, con negocios propios e inversionista en el ramo inmobiliario. Ambos crearon un entorno de familia próspera y feliz, junto al único hijo de la cachanilla, Silvestre José Luis Fuentes Ávila, en Sendero de Los Pinos 61, en el exclusivo Fraccionamiento de Puerta de Hierro, en Guadalajara.
Estaba acostumbrada a subir y bajar de autos caros, como la Ford Bronco del año y el Grand Marquis blanco en los que se le vio en los 90. O el auto BMW negro y blindado que esperaba en las afueras de su residencia -obsequio de Ismael “El Mayo” Zambada” para su seguridad, tras el secuestro del hijo– y justo para dejar que el muchacho usara la Ford Lobo, también negra y blindada que tenían en la cochera. El mismo día de su captura traía una camioneta BMW con placas 918 ULR.
Quienes la investigaron atribuyen su limpio expediente al hecho de que ella nunca aceptó cargas de droga en pago; otros vendían, ella cobraba siempre en efectivo e invertía en propiedades y negocios lícitos como las estéticas Electric Beach, a cargo de las cuales dejó a mujeres de la familia de “El Tigre”.
Dicen que la sonrisa abre puertas y quizá por eso, a manera de contraseña, por el ingreso al fraccionamiento entregaba a los guardias una sonrisa y mirada amistosa. Ellos, según cuentan, solían cuchichear a su paso sobre lo agradable y chula que era.
Los investigadores que le seguían los pasos tras el decomiso de 9.5 toneladas de cocaína del buque “Macel” comentaban sobre las llamadas que recibía en su casa o celulares y los nombres, apellidos o apodos que en ellas surgían: “El Mayo”, “Coronel”, “Caro”, “Beltrán” y “El Chapo”. La Federación de Capos del Pacífico, todos con cuentas pendientes en este o el otro lado de la frontera.
Pero también comentaban de su agradable figura, de su trato amable, de su buen gusto en el vestir con ropa de diseñador, sus bolsas costosas y lo infaltable: sus gafas de buena marca, de preferencia grandes y oscuras y su sonrisa amigable.
El 28 de septiembre, al verla presa no decepcionó; había dejado de ser ficción y confirmaba a la mujer de movimientos tranquilos y seguros cuyos rasgos parecían más propios de una reina de belleza que de los que, en la imaginación, se pudiera haber tenido de una narcotraficante.
Reconstruyen su vida PGR y DEA
La historia de su vida fue reconstruida pieza a pieza, de entre las múltiples hojas de expedientes que la Procuraduría General de la República y la DEA han acumulado en años sobre Sandra Ávila y que incluyen referencias a padres, tíos, hermanos, parientes políticos y amistades.
Los peligros del negocio le son familiares: dos esposos ejecutados, ambos policías federales; su único hijo secuestrado; su hermano Alfonso “levantado”, ejecutado y abandonado en una terracería.
Se le han asegurado más de 234 propiedades en Hermosillo, Sonora, y en Guadalajara, Jalisco, así como autos de lujo.
Llevar en el equipaje de mano más de un millón de dólares por viaje era algo normal para ella, como consta en los archivos de la Policía Judicial de 1990, cuando sufrió un decomiso de millón y 224 mil 898 dólares.
Podía matar el tiempo en el Tucson Mall, haciendo compras sin prisas, mientras esperaba a que su tío Roberto Beltrán Félix, conocido narcotraficante, preparara las pacas de billetes y las envolviera en nylon azul.
Así consta en el expediente sobre narcóticos que cuenta un episodio de su vida. Así lo cuenta, tras su detención, su entonces novio, Fidel Morán Guevara, supervisor de grupo de la Policía Judicial Federal, quien tenía bajo su mando a 150 agentes dedicados, irónicamente, a la destrucción de plantíos de drogas en la región norte del país.
Sandra Ávila incluso dejó registro documental de su osadía al reclamar al Departamento del Tesoro la devolución de un millón de dólares incautado. Finalmente lo perdió por un tecnicismo: no haberlo declarado.
Pero “La Reina del Pacífico” tuvo miedo y mucho, cuando la tarde que un comando encapuchado secuestró a su hijo Silvestre José Luis Fuentes Ávila, de apenas 15 años. Eso lo llevó a denunciar el secuestro ante la Procuraduría de Justicia del Estado de Jalisco. Cuando recuperó al muchacho, lo mandó a estudiar al extranjero.
Aquejan a ‘La Reina’ chinches
Sandra Ávila Beltrán, “La Reina del Pacífico”, interpuso una queja ante la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) por fauna nociva en su celda y negativa de las autoridades del Centro Femenil de Readaptación Social Santa Martha Acatitla de permitirle ingresar alimentos del exterior.
Lo anterior lo dio a conocer el secretario ejecutivo de la CDHDF, Luis Javier Vaquero Ochoa, quien agregó que la misma mujer vinculada al narcotráfico llamó por teléfono a ese organismo para quejarse.
“Se ha quejado de que no le permiten ingresar alimento y también de que hay alguna fauna nociva en su estancia, como chinches”, dijo el funcionario.
En respeuesta el Gobierno del Distrito Federal (GDF) dio a conocer que ya fumigó la celda de Sandra Avila Beltrán y le proporcionó un desinfectante personal.

El subsecretario de Gobierno del Distrito Federal, Juan José García Ochoa, descartó que en el área donde permanece Ávila Beltrán haya fauna nociva; sin embargo, dijo que se fumigó el espacio, se le proporcionó un desinfectante y se notificó a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF).
En entrevista, García Ochoa precisó que Ávila Beltrán permanece en una zona especial del área de ingreso del Centro Femenil de Readaptación Social de Santa Martha Acatitla, vigilada las 24 horas del día con tres turnos y con ayuda de cámaras de vigilancia.
Detalló que la detenida es valorada técnicamente para después trasladarla al área de población bajo el régimen de aislamiento, debido a su perfil y tendrá que ganarse la confianza de las autoridades de la institución penitenciaria para permitirle el acceso a otras zonas.



Cara a cara con Sandra Ávila Beltrán, ‘La Reina del Pacífico’


“¿Por qué quiere entrevistarme?, ¿por qué quiere hablar conmigo?, ¿por qué la insistencia?”, las preguntas, en ráfaga, son en tono imperativo. Es Sandra Ávila Beltrán, la llamada “La Reina del Pacífico”, que habla desde una cabina telefónica del penal de Santa Martha Acatitla a 23 días de haber sido detenida en el sur de la ciudad.

Porque usted es un personaje que intriga, que provoca muchas preguntas, cuyas respuestas nos gustaría tener en una exclusiva, respondió el reportero de El Universal, tras contactar con “La Reina del Pacífico” por medio de Sara, reclusa con fuerte ascendente entre autoridades y sus compañeras del Centro Femenil de Readaptación Social.

Es el 22 de diciembre de 2007. Habían pasado más de dos meses desde el primer intento por entablar comunicación con ella. El primero, fue con las autoridades de comunicación social de la Dirección de Reclusorios del DF, cuya respuesta fue una carcajada.

Otro fue interceptando a su abogado a las afueras del penal, donde, después de varios intentos, se comprometió a consultar con “La Reina del Pacífico”, para terminar con un “dijo que por ahora no… que gracias”. Después ella misma dijo que nunca se lo preguntó.

A la par de esas gestiones, se logró el acceso a Santa Martha por medio de José Mejía, padre de este reportero, quien como comerciante enraizado en Tepito, conocía a más de una persona detenida en ese y otros penales.

“Claro que sí, los anoto en mi cárdex —relación de personas que están registradas para visitar a una interna— para que puedan entrar como mi visita, ya que solamente se puede hacer el último viernes de cada mes”, respondió de inmediato Lucía, una reclusa que al igual que su hermana, está relacionada con grupos del PRD dedicados a la toma de predios a fin de forzar a las autoridades para entregar viviendas.
Sandra Ávila Beltrán, siempre presentable, incluso en el penal
Siempre vestidos con ropa de colores verde, rojo o café, pudimos entrar al Centro de Readaptación Social a finales de octubre. Como casetas de peaje, en los espacios controlados por los custodios hay que dejar los 20, los 30 o los 50 pesos por cualquier irregularidad, falsa o cierta.

En el primer encuentro con Lucía, ella se encontraba al final de la escalera de caracol que permite el acceso en la zona asignada para internas sentenciadas, por lo que siempre viste con ropa o uniforme azulmarino.

Es el patio más amplio donde lo mismo se organizan las misas de fin de año que los bailes con la Sonora Dinamita, ocasión que representó la oportunidad para conocer las cualidades para el baile que tiene Ávila Beltrán quien tuvo como pareja a un tepiteño sexagenario que se dedica al narcomenudeo.

A diferencia de Lucía, desde que ingresó el 29 de septiembre de 2007, “La Reina del Pacífico” ha estado asignada al edificio A, que es parte del área establecida para internas procesadas, por lo que tiene que vestir con ropa beige. En esos días tenía prohibido circular por el patio, por lo que cualquier comunicación para las visitas e incluso, internas, era casi imposible, ya que siempre tenía de tres a cuatro uniformados como escolta.

Solamente podía recibir a sus familiares en un espacio con áreas verdes de unos 60 metros, donde se dio la entrevista con El Universal.

Finalmente el contacto con “La Reina del Pacífico” se logró gracias a Sara, que los días de visita ocupa la misma mesa de Ávila.

A principios de noviembre, Sara le hizo llegar a Sandra Ávila el cuestionario. Ella no lo respondió, dijo que quería hablar con el reportero.

Días más tarde, el 22 de diciembre vino la llamada telefónica. “A mí cuando me hablan, me gusta que me vean a los ojos, lo voy a anotar en mi cárdex”, dijo “La Reina del Pacífico” y aceptó la entrevista. Luego de hacer otra serie de preguntas, Ávila Beltrán soltó un “feliz navidad, para finalmente acordar el encuentro para el 10 de enero a las 11 de la mañana.

La misma Sara se encargó de apoyar la entrevista sugiriendo un cambio en el aspecto del reportero: cabello teñido de plateado y lentes oscuros de aumento, ya que en la misa celebrada una semana antes por Norberto Rivera, los custodios lo ubicaron como representante de un medio de comunicación.

Ese día, en una de las tres aduanas, además de palpar las ropas, el custodio exigió que la visita de Ávila Beltrán se despojara de ellas, con lo que encontró una grabadora que primero confundió con un celular.

Pidió dinero, primero 10 mil pesos y luego bajó la tarifa hasta 8 mil para dejar pasar el aparato.“Eso es lo que pagan los que quieren verla”, argumentó.

Ante la imposibilidad de pagar, la grabadora fue decomisada a condición de permitir el acceso y no delatar al reportero que sostuvo el encuentro con Sandra Ávila Beltrán como lo confirma el oficio DEJDH/IJ/122/2009 solicitado a la Unidad de Transparencia del Gobierno del DF.

Minutos después, Ávila Beltrán bajó de su celda para comenzar la charla. 



Historia


Nació en Baja California Sur, en 1960, viene de una familia de contrabandistas del estado de Sinaloa, su tío Miguel Ángel Félix Gallardo, conocido como el “Padrino”, al  parecer ha tenido relaciones con varios capos de la droga, muy conocidos en su juventud.
 Se caso dos veces, sus dos maridos eran ex comandantes de la policía, también llegaron a ser traficantaes de droga, ambos fueron muertos por asesinos a sueldo.
 La policía atribuye su ascenso al poder en el mundo de las drogas, por su relación más reciente con Juan Diego Espinosa Ramírez, “Alias el Tigre”, se dice que este hombre es muy importante en el cartel del norte, del Valle en Colombia.
 Sandra Ávila Beltrán, vivió desapercibida en Guadalajara Jalisco, Hermosillo, Sonora, hasta que la policía encontró nueve toneladas de cocaína en un barco anclado en el puerto de Manzanillo, Colima.
 Esto, se creé que agilizó la intervención de la policía federal, logrando la aprensión de Sandra, y de aquí Diego Espinosa Ramírez, el 28 de septiembre del 2007, ambos fueron detenidos en la ciudad de México en operaciones separadas, élla después de salir de un restaurante, él cerca de una panadería, los dos fueron acusados de narcotráfico, delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita, y de estar ligados al cartel colombiano, norte del Valle.  Dirigido por Diego Montoya, alias “Don Diego”, así como a los carteles mexicanos de Sinaloa y Juárez, durante esa noche La Reina y el Tigre, declararon en la subprocuraduría de investigación especializada en delincuencia organizada (SIEDO).
 Ella siempre mantuvo la versión de que es una ama de casa, y que  sus ingresos provienen de la venta de ropa y venta de casas. Él por su parte negó todas las imputaciones en su contra.
Él fue internado en la prisión de alta seguridad de Almoloya de Juárez, y élla en la presión para mujeres de Santa Martha Acatitla.
 Según la (D.E.A.), por las manos de Sandra Ávila Beltrán, han pasado millones de dólares, producto del tráfico de drogas, ya que dominaba la zona marítima desde Colombia, hasta Estados Unidos de Norte-América, desde su sede en Guadalajara, razón por la cual fue conocida por el crimen organizado como LA REINA DEL PACICO.
 Ella no niega su pertenencia al mundo del narco, ese mundo que la vio nacer, donde conoció la amistad, el amor, y donde se hizo famosa, ya que en su círculo familiar, están los Beltrán Leiva y los Beltrán Félix, dedicados al narcotráfico, desde hace más de treinta años, también entre sus amistades destacan Joaquín Guzmán Loera (EL CHAPO),jefe máximo del cartel de Sinaloa, Ignacio Coronel Villarreal, Nacho Coronel, Ismael Zambada García (EL MAYO), los hermanos Caro Quintero, como vemos todos ellos grandes jefes del narcotráfico en México y en el extranjero.
 Como podemos ver todas las amistades de La Reina del Pacifico, tienen nombre y apellido, aparte de ser peligrosas para la sociedad.
 Una cosa si es cierta, la Reina del Pacifico, es una mujer atractiva en un mundo de machos, dueña de una fortuna muy importante, le fascinan las joyas, la fiscalía le decomiso 179 piezas valiosas todas. Aparte más de doscientas fincas, casas y varios salones de belleza, desde donde se dedicaba al lavado de dinero.
 Está por cumplir cuatro años en la prisión de Santa Martha Acatitla, y sujeta a extradición solicitada por los Estados Unidos, lo que sea de cada quién, esta mujer con abolengo del narcotráfico, no se inmuta ante nadie, esperamos que por su peligrosidad, siga ahí por más años.

La fotografía no era del todo clara. Pero su rostro estaba ahí. Fue la imagen clave para la policía. Cuando los altos mandos la analizaron dieron la orden: debían detenerla… Sandra Ávila Beltrán, La Reina del Pacífico, efectivamente era la mujer que estaba ahí, sentada en un gabinete del Vips de San Jeonimo.
Se trata de la foto que agentes de la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF) lograron captar de la mujer, dos horas antes de capturarla al sur de la ciudad de México.
Es una imagen inédita obtenida por Contacto Guanajuato. Y en ella se retratan los últimos instantes en los que la mujer nacida en Tijuana, estuvo en libertad.
En su momento sólo la tuvieron los policías federales que participaron en su captura y los altos mandos de la dependencia que encabeza Genaro García Luna.
Los Agentes Federales de Investigación (AFIs) la tomaron desde el estacionamiento del Vips. Y luego la enviaron por medio de una señal “encriptada” a su centro de mando.
“Logramos obtener un retrato en ese instante. Y lo enviamos a nuestra central… Utilizamos señales encriptadas para evitar que alguien pueda rastrearnos o que puedan intervenir en nuestra información”, relata a Contacto Guanajuato uno de los agentes que la capturó.
Fue así como los mandos de la policía pudieron analizar el retrato.
Ahí estaba la mujer. Sentada detrás del cristal. Los arbustos afuera del lugar no permitían ver la totalidad de su cara. Pero lo que tenían era suficiente.
Con la mano izquierda sostenía el teléfono celular que acercaba a su oído. Sus cejas perfectamente delineadas resaltaban en el rostro. Un poco de cabello caía en su frente.
Estaba con otras dos personas. Nadie relacionado con negocios ilícitos, descubriría después la policía.
Cuando los altos mandos la vieron estuvieron seguros de que era ella. La cara de Sandra Ávila no había cambiado mucho respecto a la última foto que obtuvieron en el 2004.
Sólo el peinado era diferente con respecto a aquella imagen donde llevaba el cabello recogido y un sombrero.
Los jefes policiacos compararon la imagen con los archivos que tenían. Hicieron un análisis computarizado y los resultados confirmaron lo que ellos ya esperaban: era La Reina del Pacífico.
Así que dieron la orden: los agentes debían capturarla.
Sandra Ávila tomaba un café y platicaba con una pareja dentro del restaurante. Hablaba sobre el dinero que les iba a prestar para que pusieran un negocio de tarjetas telefónicas.
Ellos le decían Daniela y sabían que era una “empresaria”, relatan los agentes que participaron en el operativo de aquel 28 de septiembre.


                                          SU TRASLADO


Viernes 28 de septiembre, ciudad de México. Tres de la tarde. El tráfico en Periférico estaba a tope. Dentro de uno de los cientos de autos que ahí circulaban iba Sandra Ávila Beltrán. Sus hombros rozaban los de un par de elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI) que acababan de detenerla. Y ahí, bajo el sol y atrapada, no sólo por el tránsito de un viernes de quincena, La Reina del Pacífico contó: “yo no quería dedicarme a esto, yo no pedí vivir esto, pero lo traigo en la sangre…” Hablaba sobre su vida rodeada por el narcotráfico. Sobre sus familiares que se dedicaron al negocio. Sobre los esposos que le mataron, y el secuestro de su hijo. “Yo no creo en el destino, pero mi vida la puse así… yo no quería vivir esto, pero las circunstancias me pusieron aquí…”, les dijo a los investigadores mientras la llevaban a la Procuraduría General de la República (PGR). Y les recordó que desde chica convivió con Rafael Caro Quintero, con Miguel Ángel Félix Gallardo, con Juan José Quintero Payán… “puros grandes”. Los agentes federales que iban junto con ella relatan a Crónica parte de lo que pasó en el trayecto de poco más de una hora. “No podemos decir todo lo que nos dijo, porque sería poner en peligro nuestra vida y nuestras investigaciones”, dice uno de ellos. Iban del Vips de San Jerónimo Lídice, donde la capturaron, hasta las instalaciones de la PGR, cercanas al centro de la ciudad. “El tráfico estaba horrible. Íbamos tensos, preocupados. Imagina, llevábamos a una de las mujeres más buscadas en México y Estados Unidos y estábamos parados en el tráfico del Periférico”, recuerda un agente. El temor de que la fueran a rescatar estaba clavado en sus mentes. Todo podía pasar con una mujer “tan querida por los grandes narcotraficantes”, como la describen los investigadores. Y es que no iban en patrullas oficiales. No llevaban sirenas. Tampoco un operativo que llamara la atención para abrirse paso entre los automovilistas. “Íbamos muy tensos, pero tratamos de pasar desapercibidos. Nadie imaginaría que ahí, parados en el pleno segundo piso del periférico llevaríamos a La Reina del Pacífico”, platica el agente. Con su cara siempre en alto. Con su voz risueña. Y las manos entre las piernas, la mujer nacida hace 44 años en Tijuana platicaba de vez en vez con ellos. “Yo me quería salir de este tipo de vida, pero las cosas así se dieron y aquí estoy… Ni modo”. —¿Se arrepiente de lo que ha hecho? —le preguntó uno de los agentes. —No, yo he vivido de todo, hasta lo que no imaginas. Pero mi mamá y mi hijo, ellos sí me preocupan. Quienes más van a sufrir por esto (la detención) son ellos. —¿Ha vivido de todo? —La ficción puede superar a la realidad. La realidad se puede quedar corta a veces. Y así me sucedió. Durante el trayecto los agentes cambiaron dos veces de ruta. El tráfico no les permitía acelerar nunca a más de 40 kilómetros por hora. Habían pasado ya más de 20 minutos en el tráfico cuando la tijuanense comentó: “Oigan, ni siquiera me mostraron sus identificaciones. Ninguna orden, nada…” Fue lo primero que les dijo desde que la subieron a la unidad policiaca. Después fue cuando comenzó a platicar algunos momentos de su vida: “Aunque no lo crean yo me quise salir de este ambiente. Imaginen, me mataron bien chica a mi marido… Y después al otro”. Se refería al padre de su único hijo, el comandante de la Policía Judicial Federal, Luis Fuentes Jiménez, y al ex agente judicial Rodolfo López Amavizca. Ambos fueron sus parejas sentimentales y a los dos los asesinaron a balazos por relacionarse con el crimen organizado. El primero en 1992, cuando ella tenía 27 años de edad y seis de matrimonio. También habló del secuestro de su hijo. “Pero de eso no dijo mucho porque eran terribles recuerdos”. Pese a las historias que contaba Sandra Ávila “nunca perdió el porte, el glamour. Siempre buscaba demostrar que controlaba la situación”. —Préstame mi celular, para hacer una llamada —dijo en un instante. —Cuando lleguemos el ministerio público la dejará llamarle a su abogado —No, yo lo que quiero es avisarle a mi hijo y a mi mamá que estoy bien, que me están tratando bien, que no se preocupen cuando me vean en la tele… “Se notaba que no era cualquier delincuente. No era como todos. Siempre tranquila, siempre segura nos dijo que tenía siete abogados y que estaban en trámite sus amparos”, cuenta quien estaba junto a ella. —Esto es una injusticia, ya una vez me otorgaron uno (amparo) que demostraba que yo no tengo nada. —Pero ahora está detenida por una solicitud con fines de extradición. —A ver, quiero verla. Los agentes le mostraron la orden. En ella estaba su nombre: Sandra Ávila Beltrán. Y algunos de sus alias. Pero también había una lista de otras personas que ellos taparon. —Sí, es cierto, Ahí está mi nombre. ¿Quiénes son esos que no me deja ver? —Otras personas con quienes la relacionan —¿A mí? —preguntó sonriente, sin recibir respuesta alguna. Unos minutos después llegaron a las instalaciones de la PGR. La Reina del Pacífico bajó de la unidad. Estaba a unos pasos de ser fichada y después encarcelada.Ramírez Acuña dice que se analiza su posible extradición El secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, dijo que se realiza un análisis jurídico para determinar en los próximos días la posible extradición o no de Sandra Ávila Beltrán, La Reina del Pacífico, a Estados Unidos. En entrevista, Ramírez Acuña expresó que “se está viendo toda su situación jurídica, las solicitudes, las propuestas, y en los próximos días se estarán tomando las determinaciones correspondientes”. Por otro lado, rechazó los rumores en torno a que vaya a renunciar a su cargo. “Ya me han corrido varias veces, según la prensa de Jalisco y otros comentaristas, pero aquí sigo y estoy muy contento además”, señaló. Sobre la existencia de grupos armados, dijo que éstos al estar al margen de la ley y realizar acciones violentas, “pueden aparecer cuantas veces lo consideren, pero los organismos de inteligencia del Estado mexicano están atentos para que no se genere ninguna situación de conflicto y detener este tipo de cosas”. Reiteró que el Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen) ya identificó a los participantes, “es parte de las investigaciones que se están haciendo por la Procuraduría y la Secretaría de Seguridad, se está avanzando en estos sentidos”. (Notimex en Guadalajara)